¿DE QUÉ MODELO HABLAMOS?
Por Roberto Miguez
. “Que florezcan mil flores”
Aunque en 1957 Mao Tse-tung habló de las “cien flores” -no de mil-, admitamos que la idea no se modifica por eso. Se refería a la existencia de la contradicción –inherente a toda realidad, tanto en la naturaleza como en lo social- como motor del movimiento y el progreso (en sus marchas y contramarchas). Esa contradicción dialéctica parte de la necesaria negación de una realidad dada: en el movimiento de un cuerpo p.ej, la posición ulterior niega la anterior, la que a su vez es negada –negación de la negación- en el momento en que el movimiento continúa, para luego poder llegar a establecer las leyes de la dinámica. (síntesis), la que a su vez es también contingente (nunca definitiva). Esta apretadísima simplificación del concepto dialéctica nos permitirá –sin embargo- introducirnos en el tema que nos ocupa, es decir, el significado de las palabras de Néstor Kirchner en su reunión con la juventud (“que florezcan mil flores”).
. El Modelo.
El Modelo del que se suele hablar se refiere fundamentalmente a los criterios mediante los que se establece la marcha de la economía, así como los que guían los objetivos respecto al sujeto que esa economía debe beneficiar (los más necesitados) y la forma en que el Estado se constituye como fuerte actor social, garante de la corriente así constituida. Es decir, en la mayoría de los casos se alude al Modelo en tanto definición económica y también social.
Lo que no suele tenerse siempre en cuenta es que si en eso se agotara la dimensión del Modelo K, estaríamos reduciéndonos a hablar de un puro desarrollismo populista. Sin embargo cabe pensar que en el momento actual de nuestro país, se trata de algo más. Más significativo y trascendente. A esa conclusión habremos de arribar si consideramos que el Modelo incluye necesariamente su componente político. Y que esa confluencia entre lo económico, lo social y lo político se constituye - y a su vez es constituido - a partir de la matriz de un Modelo ideológico, es decir, por los valores que lo fundan y organizan, a la vez de dar sentido y pertenencia a quienes los comparten.
Cuando hablamos del Modelo en su faz política, estamos hablando de la posibilidad de generar las redes capaces de lograr la articulación y participación de los ciudadanos en su relación con la superestructura del Estado, así como de las formas propuestas para la inscripción e intervención en él (lo que incluye la definición del concepto de militancia - otra palabra renacida actualmente -
. El componente ideológico del Modelo
Cuando hablamos de la dimensión ideológica del Modelo, estamos refiriéndonos a algo que excede las medidas puntuales en los ejes económicos y sociales, y que a la vez condiciona la percepción del eje político, así como prefigura las maneras de relacionarse dentro de dichos ejes.
La muerte de Néstor inaugura la constitución de un “campo o cuerpo ideológico”. La imagen de Néstor pasa a constituirse en el “punto nodal” o anclaje que unifica y da consistencia a dicho campo, a partir del cual se resignifican y cobran un nuevo sentido los logros económicos, sociales y políticos. Su muerte lo transforma -de símbolo viviente y acotado por los límites de lo humano-, en significante capaz (como todo significante) de nombrar múltiples significados dentro del campo semántico en el que se inscribe (y por lo tanto de atemperar las diferencias existentes en él).
La importancia funcional de dicho significante no se limita ahora a su capacidad para lograr la acumulación de opiniones individuales referidas a hechos puntuales: se trata de la generación de un espacio de sentido que da congruencia a los logros alcanzados y a partir de lo cual los individuos los pueden interpretar, comprender y proyectar hacia el futuro. La imagen de Néstor se ha transformado en un “código de lectura” compartido. No es simplemente aquel que logra una suma cuantitativa de voluntades. Nombra ahora un ámbito ideológico (cualitativo) donde esas voluntades se inscriben y articulan como componentes de un todo heterogéneo (ya que no somos iguales, somos semejantes en la diferencia respecto a los demás)
Pongamos un ejemplo para aclarar lo dicho. Si alguien es hincha de un club de futbol, no pone en juego su adscripción y simpatía hacia él a partir del desempeño del equipo en el último partido Si así fuera, estaríamos frente a un conjunto numeroso de personas exclusivamente racionales que mudarían sus preferencias semana a semana en función del desempeño de cada equipo. Con lo cual el fenómeno del futbol concluiría. Y aún si ese equipo sumara muchas victorias, los demás seguirían teniendo adeptos a pesar de sus fracasos deportivos (lo cual es estrictamente irracional).
Pero por suerte, el ser humano no se define exclusivamente desde sus puros atributos racionales (si así fuera, el amor, la amistad, el arte, los ideales no existirían). Ni Beethoven ni el psicoanálisis tendría razón de ser. ¿O acaso sería valorado hasta el fanatismo Paul McCartney si no hubiera sido parte de esa “generación de los ¨60 y los 70” que transgredió lo impuesto, y dio paso a una nueva forma de rebeldía? Porque los Beatles fueron y son mucho más que la suma de esos cuatro jóvenes geniales. Mucho más.
. ¿La gente o el Pueblo?
La ideología dominante ha pretendido hacernos pensar que el Todo social se constituye a partir de una operación simple y puramente matemática: la suma de los individuos, expresándose como tales, conforman y legalizan ese Todo.
La pregunta ausente frente a ese enunciado es: .¿Qué es lo que hace que esos individuos se agrupen colectivamente y se expresen de esa forma? Rápidamente los Macri & Cia. nos responderán : El hecho de que esas personas coinciden en sus apetencias y necesidades individuales (con lo que nos devuelven al Reino de lo Individual).
Digamos desde ya que no postulamos la no-racionalidad como Reino, como tampoco lo hacemos con la infalibilidad de las masas por el solo hecho de serlo. Pero menos aún lo hacemos con la entronización del individuo y la pura racionalidad como explicación absoluta de los hechos sociales por aquello de que “el Todo es más que la suma de sus partes”.
Cuando Macri & Cia. hablan de “la gente”, se refieren a la suma de individuos; y cuando nosotros hablamos de “Pueblo” nos referimos a algo más, algo que trasciende, incluye y dota de sentido a los sujetos que lo componen. Hablamos de otra ideología y no solo de otra cantidad.
De tal manera, Néstor se ha convertido –en su muerte- en el significante de dicha ideología, de los valores –y no solo de los logros económicos y sociales- de dicho Pueblo. O al menos debemos tratar que así sea.
Es justo y necesario dar la batalla contra la oposición sobre la base de los datos de la realidad económica y social. Pero a la vez es imprescindible encarar la lucha ideológica para la cual la figura de Néstor es nuestra mejor arma.
. Los Partidos Políticos
Como dijimos, esta otra ideología exige otro Modelo político que exprese y operacionalice a dicha ideología. En efecto, el Modelo tradicional de los Partidos Políticos considera a “la gente” como clientes o consumidores de la oferta que ellos dicen tener para ofrecer en el mercado económico y social. Apelan a constituirse en Uno que satisfaga al mayor número de individuos posibles igualados sobre la base de sus puras necesidades.
Una vez constituidos como tales, cada Partido Político trata de representar la concordancias entre sus adherentes, o bien la media entre las diferencias que anidan entre ellos.
Pero como tales diferencias cohabitan en el seno de una estructura única (el Partido) que tiene como lógica fundante la competencia entre los actores que lo componen, dichas diferencias se tornan en contradicciones mutuamente excluyentes.
Ante lo cual existen solo cuatro formas de ser encaradas –aunque no resueltas-: 1) la escisión, 2) la negación de las mismas (con la neutralización política que ello implica, ya que siguen operando desde su latencia), 3) la negociación, que las diluye hasta dejar de expresarlas (aunque siguen existiendo), 4) la imposición de uno de los términos de la contradicción por sobre los otros a través de la fuerza (económica, física o mediática)
Como se observa en ningún caso se accede a una síntesis superadora. La debilidad de los Partidos así erosionados internamente, los deja a merced de las corporaciones que constituyen su poder a partir de no presentar fisuras que las neutralicen –y si las tienen, son secundarias-. En lo sustancial, todas se proponen lo mismo: dinero. Pero debemos decir que más allá de la voluntad y del grado de honestidad de los Partidos (cualquiera sea), esa falla parece ser estructural.
Dentro de esa estructura no parece haber remedio para que su funcionamiento se modifique.
Ahora bien, ¿cuál es el Modelo político capaz de contraponerse al actual?.
. De la guerra convencional, a la guerra de “guerrillas K”
El concepto tradicional del “arte de la guerra” alude a la centralización de las fuerzas en un punto en el que se logrará la victoria final. Tácticamente, se podrán diversificar los frentes, administrar los tiempos, elegir el terreno, contemplar las fuerzas y debilidades propias y del oponente, pero en definitiva todo consiste en doblegar al enemigo en la batalla decisiva, anularlo como fuerza beligerante, excluirlo de toda posibilidad de reacción.
Por el contrario, la lógica de la guerra de guerrillas establece que –de ser posible- no se trata de tener por objetivo la batalla final.
Sun Tzu, el mayor teórico chino de la guerra (siglo V antes de Cristo), cuyas enseñanzas adoptaron desde Maquiavelo hasta Napoleón, Clawsevich, Mao Tse Tung y Nguyen Giap entre otros, tenía por tesis: “La mejor victoria es vencer sin combatir, y esa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante”, en referencia a que es preferible llegar al triunfo antes de la clásica “batalla final”.
Dentro del ámbito de la política democrática (“la guerra por otros medios”), ese embate triunfal está generalmente asociado al éxito en las elecciones.
Sin embargo debe considerarse que J. Perón, durante 18 años acumuló poder (aún desde el exilio) antes de poder dar esa “batalla final”, y cuando al cabo de ese tiempo la dio, la perdió (no las elecciones, sino el objetivo estratégico que se había trazado a partir de dichas elecciones).
Así entonces, no se trata de triunfar en “la” guerra, sino en las distintas “guerras” que el proceso de liberación determina como necesarias a lo largo del tiempo. Tiempo que no siempre es acotado o breve.
¿Cuáles son ellas? La lucha en los Sindicatos, por la defensa ecológica, en el campo de los intelectuales, de los derechos de las minorías sexuales, en el área de los Derechos Humanos, en las organizaciones sociales y territoriales, en los Partidos políticos, en el área del arte, el periodismo, etc. La contradicción se manifiesta en toda la esfera social, y en todas ellas debemos librar la lucha. Esa será la forma de llevar adelante nuestra estrategia de “guerrillas K”.
Ahora bien: ¿cómo se coordinan las distintas “operaciones guerrilleras”?, o lo que es lo mismo: ¿mediante qué banderas discriminaremos las fuerzas propias de las ajenas?
. Nuevamente aparece el rol de la ideología y sus banderas
Durante su exilio, J. Perón mandaba sus célebres casettes a distintos actores locales (muchos de ellos exasperadamente contrapuestos entre ellos) donde indicaba que la lucha en todos los frentes era útil y necesaria más allá de la posición recíproca que mantuvieran. Solo la condición de peronistas los incluía en el conjunto, aunque pensaran de manera tan distinta entre sí. El se reservaba el rol del sintetizador de las diferencias existentes entre dichos actores sociales, colocándose así en la posición de Héroe Mítico (articulador de elementos mutuamente excluyentes). Recuérdese que esa función –en cualquier Mito- es hacer compatible lo que es en sí contradictorio (p.ej. lo sagrado y lo profano en la figura del Mesías)
Cuando produjo su regreso, el Mito se hizo hombre por lo cual no pudo mantener esa función abarcadora de lo diferente, y debió tomar posición respecto a los conflictos existentes. Es decir, desde el papel inclusivo (propio de todo Héroe Mítico), pasó a desempeñar un rol excluyente (característica del hombre político que debe caracterizar al oponente y actuar en consecuencia).
Es decir que el Peronismo pasó de ser una ideología, a convertirse en adhesión o rechazo referido al accionar de un hombre real.
Por el contrario, en el caso de Néstor Kirchner, el proceso parece ir configurándose de manera inversa: el hombre se hizo Mito (o puede hacerse). Múltiples personas (que no se sentían representadas por las medidas excluyentes y confrontativas del Néstor político), parecen ahora confluir en un mismo espacio ideológico y sentirse incluidas dentro del aura que propone el Mito K, el que se convertiría así en bandera de reconocimiento de los valores e ideales perseguidos.
Si este Mito K se afianzara como tal, estaríamos ante un cambio de lógica dentro de este espacio social, pues pasaríamos del paradigma de la exclusión (competencia), al de la inclusión (reciprocidad). En este sentido, y a diferencia de la opinión de la “izquierda” y la derecha, que suponen (y esperan) un debilitamiento del espacio K ante la muerte de su líder, debemos decir que cuanto más tiempo pase de la muerte de Néstor, más habrá de afianzarse en el nuevo ámbito simbólico en que tiende a inscribirse (más espacio mediará entre el hombre y el Mito, con la consecuente reforzamiento de este último).
Porque un ser humano vivo y actuante en política –por las múltiples determinaciones y limitaciones que ella impone- no puede constituirse en Héroe Mítico. Debe hacer alianzas odiosas, consentir falsedades evidentes, disimular las culpas del culpable según lo exija la correlación de fuerzas existentes.
Es decir, un ser humano vivo no tiene acceso al pedestal de Héroe, salvo en el caso del Stalinismo (de derecha o de izquierda), con el final que tales casos han mostrado (desde Napoleón hasta V.Codovila). Por eso es sabia la decisión de Fidel Castro de “morir” como gobernante, para ocupar el lugar de referente ideológico más allá de las vicisitudes de la política cotidiana. Y por eso mismo la figura del Che Guevara tiene hoy más adeptos que cuando luchaba en las selvas bolivianas.
Pero volvamos a nuestra realidad actual.
. Los tres espacios en la lucha política actual.
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. CUERPO IDEOLÓGICO .
. MITO K .
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. SINDICATOS - ORG.SOCIALES - ECOLOGÍSTAS - ARTÍSTAS - MIN.SEXUALES .
. DD.HH. - INTELECTUALES - PARTIDOS POLÍTICOS - etc. .
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El gráfico anterior tiende a interrogarnos sobre la ubicación y funcionalidad del “Cuerpo Ideológico” en cuanto su condición de límite y filtro entre la base (Sindicatos, etc.) y la Conducción (C.F.K.). Porque existe otra posibilidad: que la Conducción sea subrogada del Cuerpo Ideológico
Sin embargo esta última no parece la posición más conveniente, ya que de tal forma se estaría secundarizando la figura de Cristina como “intérprete” (repitiendo así la tradición de Evita y el post Peronismo). Por el contrario, parece conveniente que ella se constituya en la síntesis superadora del Mito, que se nutra de él y al mismo tiempo lo actualice con medidas concretas, con presencia viva y militante. Cabe recordar que un Mito (cualquiera sea) nunca es un cuerpo anquilosado de valores e ideas, sino que es algo dinámico sometido siempre a múltiples y constantes modificaciones según la realidad sobre la que opera.
14 de noviembre de 2010